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D. Antonio Barrera de Irimo:
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IN MEMORIAM

EXCMO.SR. D. ANTONIO BARRERA DE IRIMO

D. Antonio Barrera de Irimo

El día 24 de septiembre de 2014, falleció D. Antonio Barrera de Irimo. De la triste noticia dieron cuenta los Medios de comunicación que coincidieron en destacar los muchos méritos personales y profesionales del fallecido, con especial mención de la etapa de su vida en que asumió muy importantes responsabilidades en el área de la Economía y la Hacienda Pública.

ANTONIO -con esa familiaridad lo tratábamos, pues así lo pedía, los que en determinada etapa de nuestra vida desarrollamos junto a él tareas relacionadas con la Mutualidad de Inspectores Técnicos Fiscales del Estado (hace años disuelta)-  en 1954 obtuvo plaza por oposición, y con el número uno en su promoción, en el Cuerpo de Inspectores Técnicos de Timbre del Estado (más tarde Inspectores Técnicos Fiscales del Estado y hoy, Cuerpo de Inspectores de Hacienda).

ANTONIO, dos años después de su cese como Ministro de Hacienda y Vicepresidente del Gobierno, volvió al sector privado, siendo elegido en el año 1976 Presidente de la Mutualidad de Inspectores Técnicos Fiscales del Estado. Esa Mutualidad, al igual que otras coetáneas y ante la ausencia de lo que son actualmente las Asociaciones de Funcionarios, además de las actividades de previsión social desarrollaba en la medida de lo posible funciones de representación en el ámbito administrativo de los funcionarios que la integraban.

ANTONIO, en aquellos años primeros años de la transición política en España, entendió que  el futuro traería consigo reformas en todos los ámbitos. En particular, tuvo  presente que  en  el ámbito  administrativo eran necesarias medidas -algunas ya las había anticipado durante su etapa como Ministro de Hacienda- que traerían consigo un nuevo modelo de configuración de los Cuerpos Especiales del Ministerio de Hacienda (en 1977 se produjo la fusión de algunos de ellos) y de las tareas que tenían encomendadas.

ANTONIO, como otros muchos Inspectores Técnicos Fiscales del Estado, manifestaba particular estima, y le atribuía un importante papel en la formación de los funcionaros, por la SEMANA DE ESTUDIOS DE DERECHO FINANCIERO en la que, a través de diversas ediciones, tuvo una importante participación. Recomiendo al lector la lectura, en particular, del texto de su exposición en la XIX SEMANA (Abril, 1971) que llevó por título «Hacienda Pública, Administración y Política ante el cambio social» (50 Semanas de Estudios de Derecho Financiero. Páginas 301 y siguientes. Obra editada por la Fundación para la Promoción de los Estudios Financieros y disponible en la Web de la misma). En aquél tiempo ANTONIO era Presidente del Consejo de Administración de la Compañía Telefónica Nacional de España, donde adoptó medidas trascendentes en el orden social que ahora tantos recuerdan. Estas son algunas de sus muchas ideas al respecto:

«La solidaridad social que ha tenido una etapa de conquista en el mejoramiento  de las condiciones de trabajo, debe revisar todos los esquemas de asistencia y protección ante la idea de una comunidad que, a diferencia de la clásica, no sólo no tolera la pobreza, sino que dispensa a la atención social incluso con independencia de la vida del trabajo de carácter más o menos episódico o duradero. El estudio, el ocio, la longevidad o la automatización permiten cada vez menos hablar de "repúblicas de trabajadores". La Seguridad Social y su financiación son un punto de partida que había de revisarse ante una nueva interpretación histórica de la solidaridad.»

Allá por los años 1979/1980, ANTONIO consideró que la constitución de una Fundación era el instrumento jurídico más adecuado para la conservación del acervo cultural que suponía la SEMANA DE ESTUDIOS DE DERECHO FINANCIERO y otras aportaciones de los Inspectores Técnicos Fiscales del Estado (antes del Timbre del Estado) al Derecho Financiero y Tributario español. Así, con su decidido impulso, y la valiosa colaboración de D. Salvador Villanueva Segura (ya fallecido y Presidente honorario de la Fundación para la Promoción de los Estudios Financieros), se sentaron las bases y alzaron los pilares de nuestra FUNDACIÓN que nació finalmente a la vida jurídica merced a otro apoyo fundamental como el que prestó D. Narciso Amorós Rica sin cuya motivación, y férrea voluntad que lo caracterizaba, la «aventura» no hubiera llegado a buen puerto.

Tengo que reconocer con pesar, pero las limitaciones de espacio se imponen, que las presentes líneas son evidentemente insuficientes para describir adecuadamente lo que fueron los pensamientos y planteamientos profesionales de una persona tan brillante como ANTONIO,  singularmente, como ya he comentado, en lo social y económico, y  cuya lucidez destacamos Enrique Giménez-Reyna Rodríguez y yo mismo en la colaboración que, bajo el título «CUADRO DE HONOR DE LAS SEMANAS DE ESTUDIOS DE DERECHO FINANCIERO: RESEÑA DE CUATRO GRANDES TRATADISTAS», aportamos al Libro editado por Fundación para la Promoción de los Estudios Financieros con ocasión de la celebración de la Cincuenta Edición de la SEMANA DE ESTUDIOS DE DERECHO FINANCIERO. Para de algún modo paliar dicha insuficiencia seguidamente trascribo en su literal el texto de dicha colaboración:

«LA LUCIDEZ DE BARRERA DE IRIMO»

«En 1971, ANTONIO BARRERA DE IRIMO intervino en la XIX Semana de Estudios de Derecho Financiero (“Las Fuentes del Derecho Tributario en la doctrina y el derecho español”) pronunciando la conferencia de clausura que tituló “Hacienda Pública, Administración y Política ante el cambio social”.

Con anterioridad había participado en la III y en la VII edición de LA SEMANA,  dejando claras muestras de su conocimiento del tributo (Impuesto del Timbre) cuya comprobación tenía encomendada el Cuerpo de Inspección (Inspectores Técnicos del Timbre del Estado) al que pertenecía, así como del fenómeno creciente de la parafiscalidad que estudió detenidamente en tiempos en que desempeñaba el cargo de Vice-Secretario General Técnico en el Ministerio de Hacienda. Cuando en 1971 Antonio Barrera de Irimo  participa en LA SEMANA, lo  hace siendo Presidente del Consejo de Administración de la Compañía Telefónica Nacional de España, formando parte de un grupo de personas de sólida formación técnica que, en años realmente complejos, tratan de contribuir al avance socio-económico español.

Con un profundo conocimiento de la situación de la economía  española del momento, Antonio Barrera de Irimo se plantea en 1971 las consecuencias que para la Hacienda Pública, la Administración y la Política puede comportar el cambio social que España está experimentando, partiendo al efecto del análisis de la historia entonces más reciente, de conceptos y situaciones definitorias de la misma que es preciso revisar, tales como:

  • Ortodoxia económica, ... concepto que trata de instrumentar la vida social basándola en el cumplimiento espontáneo del orden natural como expresión óptima de la capacidad expansiva de la creación, el valor del individuo y su igualdad formal frente a los sistemas de exigencias y responsabilidades colectivas, y la intervención mínima del Estado como agente yuxtapuesto capaz de perturbar aquel equilibrio o esta igualdad.”

  • Déficit  fiscal, “... signo de desorden y de mala administración, que al propio tiempo significa una intervención económica que es preciso minimizar al máximo... Tras decenas y decenas de años, sólo determinadas etapas históricas (VILLAVERDE, NAVARRO RUBIO, por no referirnos sino a aquellos que enjuiciamos ya con perspectiva), responden al principio de suficiencia que era la prueba de capacidad de una Administración y el soporte mínimo para construir cualquier empresa política. ¿Falló el instrumento o falló la intención con que había de ser manejado? No quedará exento de sorpresa quien contemple esa viciosa -y dilatada- convivencia con la anormalidad del déficit.”

  • Desequilibrio monetario, “obsesión agigantada hasta llegar a ver en él la amenaza de la ignominia internacional. Mantener el valor de la peseta ha sido, desde hace más de un siglo, un empeño cotidiano en el que se han volcado los primeros y mejores afanes de nuestros políticos”.

  • Unitarismo y centralismo,  ... Fácil es ver así el valor intencional de la organización de una Administración estable para la gestión directa que se prepara y capacita, incluso, conviviendo activamente el brote histórico de la Ciencia de la Administración. Con esta organización se pretende unificar el sistema de gestiones financieras dispersas a través de gastos públicos y de ingresos administrados por instituciones varias, que tan rebeldes resultaron a este ideal de unidad.”

  • Imposición indirecta, ... Tras ella se han formado tantas pequeñas revoluciones que las gentes de cada lugar interpretaban gozosamente, reiterando como un rito celtibérico, la abolición de los consumos. No es por eso de extrañar la simplicidad con que, dejando a un lado las incidencias y las traslaciones, se incorporaron los españoles, aun con ignorancia, a esa dualidad un tanto sofisticada del impuesto directo frente al indirecto que, bajo la apariencia científica de la política distributiva, encubre una reacción primaria de su aceptación voluntaria al deber fiscal”

  • Idearios políticos, “...Constitucionales, moderados y progresistas, los partidos de turno de la Restauración, y hasta el populismo y el socialismo de la segunda República, no aportan más ideas renovadoras que las que derivan del problema agrario, ciñéndose por lo común al esquema de orden, neutralidad y equilibrio. La estabilidad presupuestaria y la limitación del gasto son, en suma, los afanes básicos con que Indalecio Prieto desarrolla su gestión financiera... Transcribiendo en sus propios términos las palabras de Mendes France, las derechas, aquí y allí, no piensan sino en administrar con mentalidad pragmática y estabilizadora, y las izquierdas buscan la transformación como revolución sentimental, pero con incoherencia y demagogia.”

Tras el reconocimiento expreso que la actividad financiera en 1971 está sociológicamente inmersa en conceptos y situaciones como las expuestas, Antonio Barrera de Irimo considera que se ha llegado a un momento histórico caracterizado por un profundo afán reivindicativo (“Querríamos en él hacer lo que no hicimos: revitalizar las estructuras y servirnos de los modernos instrumentos poniéndolos a contribución de los viejos problemas”), de superación de viejas inercias y nostalgias:

“Como la justicia o la libertad, el Estado debe asegurar la innovación y la mejora tecnológica, cuya producción ha de procurarse consciente y sistemáticamente. Ahí está ese gigantesco obstáculo que la rutina y el temor a lo desconocido suponen cuando se juzga la movilidad de los recursos productivos. Las preferencias de los románticos o de los timoratos por las producciones tradicionales y la rigidez en la adaptación de hombres y capitales a los quehaceres capaces de garantizar el progreso, son uno de los problemas con que más agudamente hemos de enfrentarnos desde esta perspectiva. Es el símbolo de la “era de la discontinuidad” que estudia Drucker.”

Y junto al diseño esquemático del pasado y el presente, Antonio Barrera de Irimo plantea las líneas básicas por las que debe pasar el futuro:

  • Cultura y técnica: “La creación del progreso está en función directa de la cultura y de la técnica, que no son sólo un fenómeno circunstancial ceñido al proceso educativo, sino algo más amplio y permanente ante lo que los dogmatismos de las disciplinas, titulaciones y aptitudes han de ceder paso, no sin dificultades y resistencia, hacia un orden nuevo.”

  • Atribución de oportunidades: “La inserción del individuo en la vida social y el gasto público que la acompaña no es tan sólo, ni con mucho, una inserción de garantía, lo que explicaba los sistemas jurídicos de protección, sino una atribución de oportunidad o de posibilidades. La Administración para el hombre se hace más compleja que la pura función de Justicia”

  • Solidaridad social: “La solidaridad social, que ha tenido una etapa de conquista en el mejoramiento de las condiciones de trabajo, debe revisar todos los esquemas de asistencia y protección ante la idea de una comunidad que, a diferencia de la clásica, no sólo no tolera la pobreza, sino que dispensa la atención social incluso con independencia de la vida del trabajo de carácter más o menos episódico o duradero. El estudio, el ocio, la longevidad o la automatización permiten cada vez menos hablar de “repúblicas de trabajadores”. La Seguridad Social y su financiación son un punto de partida que había de revisarse ante una nueva interpretación histórica de la solidaridad.”

  • Revisión de la contraposición de lo público/privado: “Ante este nuevo horizonte, sólo el resabio clásico nos permite todavía seguir pensando en la contraposición sector privado-sector público. La gestión de una comunidad de progreso es una tarea plural y asociativa. En ella, la presencia del Estado no es decisiva por su dimensión (sector público grande), sino por su fuerza (su capacidad de impulso).”

  • Pluralismo: “Por eso, este nuevo horizonte histórico ha sido entrevisto más como la era del pluralismo, proceso en el que no es posible malgastar ninguna capacidad de cooperación y en el que es necesario que la política afiance y potencie las posibilidades de contribución de todos. Así las corporaciones locales, cuya problemática financiera adquiere ante el valor futuro de la infraestructura urbana características de gran trascendencia. Así las instituciones creadoras de cultura, universidades, fundaciones, centros de investigación, hospitales y asociaciones, cuya debilidad de medios, salvo muy contadas excepciones, es uno de los síntomas negativos de nuestro sector cuaternario.”

  • Generalización de las figuras impositivas no tributarias: “En el orden tributario, la clásica distinción entre servicios públicos prestados libremente y aquellos otros provocados, o en beneficio particular de alguien en concreto, dieron lugar a la distinción de los gastos públicos en divisibles o indivisibles. La revisión de los criterios mínimos de consumo y la complejidad y medida técnica de muchos de los servicios públicos nos obligarán a revisar, en breve plazo, las áreas cubiertas por la financiación mediante impuestos, y aquellas otras que entran en la esfera de la contribución singular. Fenómenos como el del automóvil, con un sistema de peaje de circulación y estacionamiento, demuestran en qué medida servicios hasta ahora indivisibles pueden generar pagos por su uso, siempre que éste se encuentre al alcance razonable de quien lo pretende y en función de las distintas expectativas de consumo”.

  • Esfuerzo fiscal y medición: “La medida de la capacidad de contribuir y de la justicia fiscal no podrá venir tan fuertemente fundada en la renta percibida. La renta gastada y la aplicación y uso de la renta en función de los objetivos del crecimiento habrán de introducir una matización fiscal mucho más acusada. El impuesto personal sobre la renta percibida considera el precio que el individuo paga al Estado por la libertad en su empleo. El sentido de solidaridad social no puede admitir la redención a metálico de las conductas que sean trascendentes para los objetivos generales.

  • Participación política: “Pero en pocas circunstancias adquiere más plena dimensión el horizonte de esperanza de una superación de los viejos moldes de la política, que cuando se piensa que el diálogo sobre la vida pública se vuelve también anacrónico y reivindicativo, si cede a la tentación de las vacilaciones existenciales del Estado, de las instituciones o de sus formas, accidentes a la postre cuando la riqueza de la auténtica participación política ha de consistir en que ésta pueda ejercitarse sobre las distintas alternativas, sacrificios y medios con que la comunidad nacional interpreta la conquista del progreso”.

Una experiencia administrativa brillante, así como el riguroso análisis de la situación económica general, y de las empresas en particular, llevaron a Antonio Barrera de Irimo  a ocupar el cargo de Vicepresidente Segundo del Gobierno y Ministro de Hacienda entre el  11 de junio de 1973 y el 30 de octubre de 1974, sin que en tan corto período de tiempo pudieran hacerse realidad las muchas expectativas que despertó su nombramiento. Graves circunstancias políticas, dieron al traste con uno de los primeros intentos de revisar la actividad financiera tradicional y el planteamiento de un nuevo enfoque para la economía española gravemente afectada por la crisis del petróleo, a la que no se pudo hacer frente con la prontitud y eficacia necesaria, precisamente por la particular situación política del momento que obligó a concesiones no pertinentes como la experiencia demostró posteriormente.

A esa crisis, sus consecuencias y las medidas adoptadas para enfrentarla aludió Antonio Barrera de Irimo en su discurso de clausura de la XXII SEMANA (abril de 1974), en el que entre otras cosas destacó algo muy significativo y demostrativo de cómo se tuvo que enfocar la situación:

“Para los que conocéis lo que el petróleo significa en el debe y en el haber de la Hacienda Pública, creo que es importante recordar la contribución de más de 35.000 millones de pesetas que ha supuesto el mantenimiento de los precios de los productos petrolíferos primero hasta enero y después, parcialmente, hasta marzo. El  sacrificio que impone aceptar la factura a partir de marzo compone un esfuerzo tributario probablemente sin comparación por su cuantía en nuestra historia financiera reciente.”

Descanse en paz. Antonio. Nuestro sentido recuerdo para su familia.

José María López Geta

Ex-Inspector Técnico Fiscal del Estado

Miembro del Patronato y Secretario de Consejo de Estudios

Fundación para la Promoción de los Estudios Financieros

 

 

 

 

 

 

Breve biografía:

Antonio Barrera de Irimo (Ribadeo, Lugo, 1929 - Madrid 24 de septiembre de 2014) estudió sus primeras letras en el Colegio de la Salle, de Bilbao y continuó sus estudios en Santiago de Compostela. Licenciado en Derecho y Economía con premio extraordinario en las Universidades de Deusto y Valladolid, fue profesor de Hacienda Pública en la Universidad de Deusto y también ejerció la docencia en la de Madrid.

Su currículum administrativo es excepcional:
Comandante de la Escala de Complemento del Cuerpo Jurídico de la Armada, inspector de Hacienda en 1954, fue el primero de su promoción al ganar las oposiciones, director del Instituto de Estudios Fiscales y secretario general técnico del Ministerio de Hacienda en 1962 (cuya vicesecretaría ya había ostentado en 1956).

Nombrado ministro de Hacienda en el Gabinete del presidente Carrero Blanco, desde el 11 de junio de 1973 al 3 de enero de 1974 y con Arias Navarro desde esta fecha al 30 de octubre del mismo año. Ocupó también en esta etapa el cargo de vicepresidente del Gobierno, gobernador del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

En el campo de la empresa privada se puede destacar que ha sido miembro del Consejo de la Editorial Católica (EDICA), presidente de Telefónica, del Grupo Sema, de Corporación Financiera Hispamer y de la Compañía General de Aguas. Vicepresidente de Unión Fenosa y presidente de Bull Internacional.

Se le condecoró con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, y de Isabel la Católica.

 

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Fuente la biografía breve: Ministros de Hacienda. De 1700 a 2004. Tres siglos de historia / Servicio de publicaciones del Ministerio de Hacienda

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